martes, 2 de noviembre de 2010

Libertad

Sin disimulada adrenalina entró corriendo por el pasillo infinito hasta la habitación. Abrió la puerta, jadeaba incesante, abrió la puerta y la encontró.
Entrecortada, bailaba sobre el colchón regocijándose de vida. Desde el cabello le brotaba agua, su piel, sí, era agua y cada gota parecía subir aclamando, seduciendo.
No parecía un ser de este planeta. Era eterna, era suave, era líquida y comestible.
La ninfa bailaba soñando entre músicas de suspiros y aromas, mientras desde la puerta ella :
Mira
desde sus ojos.
Siente
desde su piel.
Sueña
con su sueño.
La escucha
limpia de hipocresía.
Desde el invierno la presiente en primavera.
Vení
Vení que ya quiero alcanzarte.

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