miércoles, 2 de diciembre de 2009

El otro día deshilaché; si yo sola, pero con ayuda; una gran maraña, enroscada, retorcida, anudada y reanudada. La deshilaché. Y respiré como hacia mucho que no respiraba. Y me puse a reír, por dentro, viste. Y después lloré un poco, de la emoción de poder ver. Me sentía bailarina, y pintora y percusionista y acróbata. Me vi por dentro y por fuera de mí. Me acomodé, equilibré, un poco. Solo unos pasos más.
Pero bueno, la satisfacción sin desarrollo es insostenible así que hice uso de mi condición (la de acróbata) y me puse de cabeza. Sostenida de una pierna por un árbol (por si alguien está interesado en probarlo) respiré… la sangre fluyó junto a cada inhalo y exhalo; inflo y desinflo; suave, calma…Y Observé…
Lo que les voy a contar no es nada agradable, pero tampoco inexistente. Nada que ustedes no puedan comprobar por sí mismos con solo una sacudida de sesera, una colgada de árbol, un inflo y desinflo con placidez.Cualquiera puede ser el método, pero eso sí, debe ser siempre un acto conciente y firme, debido al grado de determinación que produce, no es algo para observar a la ligera, a medias, o hacer “como si” observara…nada de eso…
Entonces…colgada del árbol…ví…que el río entero estaba limpio de colores. Y, lo que es peor , que nosotros lo habíamos amarronado con lágrimas que duelen, que llueven pero que no humedecen, que a partir de procesos que van y vuelven y retuercen y baten y vuelven a volver…secan. Secan todo. Que ya no sabemos a aire y que estamos, así, convirtiéndonos en desierto, en sequía amarilla y violenta. Y que casi nadie se hace cargo. Que empedrándonos hasta estatuarnos en el suelo, nos aquietamos. Y que el árbol llora, y que el niño llora, y que el universo entero ya no colabora, nos abandona para que solos nos destruyamos. No hay ayuda, ni dios, ni ciencia que perdone. La única opción valida está en nosotros. En la búsqueda(siempre bien atenta) de verdades. En el amor a la vida.