martes, 12 de enero de 2010

Después de unas cuantas sacudidas, y un crecimiento de fondo, un camino empezado a caminar, un día abrí los ojos y ahí estabas, me contabas un chiste, y después yo me reía y vos te reías y yo te contaba otro. Y hablábamos del hombre y de la mujer y del amor, y del universo, y del miedo y de la hebra vital.
Y vos le hacías música y yo le hacia poesía
a la sonrisa sin pliegues y los respiros bien tomados...

A la palabra sin miedo, al miedo apresurado.
A la piel con alma, al espíritu desescondido.

Y ya nos conocíamos, pero nos reconocemos, y cada vez es mejor.