Después de unas cuantas sacudidas, y un crecimiento de fondo, un camino empezado a caminar, un día abrí los ojos y ahí estabas, me contabas un chiste, y después yo me reía y vos te reías y yo te contaba otro. Y hablábamos del hombre y de la mujer y del amor, y del universo, y del miedo y de la hebra vital.
Y vos le hacías música y yo le hacia poesía
a la sonrisa sin pliegues y los respiros bien tomados...
A la palabra sin miedo, al miedo apresurado.
A la piel con alma, al espíritu desescondido.
Y ya nos conocíamos, pero nos reconocemos, y cada vez es mejor.
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1 comentario:
Tierno, lindo, suave, como esas caricias inesperadas....
besos...
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